loader image

2018

No es realmente que haya algo urgente que expresar.
Es más bien como un viscoso vómito;
uno que de no largarlo te lo comes
y su sabor, déjenme decir, no sabe nada bien.
Así que al diablo con las palabras artificiosas
al cuerno con los recursos estilísticos que embellecen la lírica.
Al diablo con los poetas
y con todos los cagatintas.
Acá estoy, dando tumbos
golpes en vacío
revolcándome en auténtica mierda
en un pastoso barro.
¡Já!, ¡soy como un jodido nadador olímpico!
y la cerveza me acompaña
noche tras noche
madrugada tras madrugada
y también alguna que otra belleza
que se aferra a mis cuchillos gastados.
Y yo les digo:
-Nena, no te aferres a un barco que se hunde.
Pero es inútil:
sencillamente creen que poseen el don
de reparar 
algo para lo que ya no existen piezas de respuestos.
Una de ellas me dijo:
-Vos lo que necesitás es mucho amor. Y yo te lo puedo dar.
Tuve ganas de gritarle:
-¡No, lo que necesito es que salgas por esa puerta y me dejés solo!
Pero me contuve, gracias al cielo.
Y el sexo estuvo bien
algunas caricias y abrazos estuvieron bien
verla cortarse el abdomen estuvo bien
pero nunca parecía querer irse.
Y el barco, por supuesto
iba en caída libre.
Carajo, nunca lograba entender qué demonios querían de mí.
Todas ellas al parecer querían atarme
y curarme
para después
martillarme la cabeza
y volverme más loco.
Pero ninguna poseía la fuerza
el brillo cegador
que hacía falta para acercarse al objetivo.
Y entonces yo huía como una maldita rata
para después convertirme en una especie de
saltamontes
y saltar hacia otra cama y otro cuerpo
¡Y VAYA QUE SALTABA!
Entonces llegaba el momento
que siempre me acompañó
el que esperaba cada noche
el momento de la gradación máxima
el de la revelación
el momento donde todo se iba al cuerno.
Y ella volvía a mí
se materializaba, lo juro.
Y sus malditos ojos verdes
y grises me acaparaban;
me veía en esas jaulas
rodeado
prisionero
y todo cuanto quería hacer
era verme reflejado en ellos
y que el momento durara
perdurara
que no se fuera.
Pero siempre se iba
y entonces
como desde el momento
en que se me escapó
yo comenzaba otra vez
noche tras noche tras noche
a buscarla
-por pedazos
a fragmentos
por secuencias
de a tibios remansos
de a histriónica demencia-
en otros cuerpos y otras almas.