Publicado en Píldora Mutante

En el primer año del triunfo de la revolución cubana, un joven Fidel Castro se reunió en dos breves oportunidades con Papa Hemingway (como se conocía a Ernest Hemingway en Cuba). El escritor ya había ganado en 1952 el Pulitzer por su relato El viejo y el mar y el Premio Nobel de Literatura en 1954, por lo que ya era en ese momento un mito viviente.

Hemingway pisó la isla caribeña por primera vez en 1928, acompañado de Paulina Feiffer, su segunda esposa. Pero no fue sino luego de su matrimonio con Mary Welsh, su cuarta mujer, en 1946, que se radicaría en la Finca Vigía en la Habana.

El coloso de las letras norteamericanas, que curiosamente jamás inspiró ningún paraje de sus novelas en Estados Unidos, era perseguido por la dictadura de Batista, así como también acosado por una de las agencias de inteligencia de su país: el FBI.

El asedio fue impulsado por presiones políticas con E.E.U.U debido a la relación que Hemingway mantuvo con socialistas durante la Guerra Civil española —en la que participó como corresponsal de guerra en 1937— y más tarde con comunistas cubanos. Por si esto por sí solo no fuera suficiente, Hemingway tenía un asunto personal con el director y Caballero de Malta del Buró Federal de Investigación, John Edgar Hoover.

El directivo del FBI etiquetó a Hemingway como un «antifascista prematuro» y para 1961 llegó a elaborar un archivo de más de cien páginas sobre la figura del literato.

Hemingway deslizó en una reunión que Hoover abusó de un joven agente en el sótano de su casa, mientras Clyde Tolson, director asociado del FBI, filmaba la escena. Las relaciones libertinas y homosexuales protagonizadas por ambos directivos ha sido un mito persistente en el FBI que ha sobrevivido a pesar de los años transcurridos.

Según el relato que la propia víctima le confesaría más tarde al autor de Por quién doblan las campanasHoover y Tolson se encontraban vestidos con prendas de mujer al momento del abuso. Este rumor habría llegado a oídos de Hoover y por ello habría desencadenado una encarnizada persecución al escritor.

Quizá por este ensañamiento, tras el triunfo revolucionario en 1959 del que Hemingway dijo sentirse “esperanzado”, fue que simpatizó de inmediato con el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas cubanas, Fidel Castro, del que a pesar de no saber nada sobre su figura llegó a decir que no podía ser peor que el dictador Batista.

Un año más tarde, Hemingway le mencionaría al medio soviético Pravda que “el proceso cubano era indestructible y fabuloso”. Además, el autor contribuiría de forma económica con el Partido Socialista Popular mientras se encontraba en la isla caribeña.

La reunión en Cojímar

El encuentro entre el revolucionario y la leyenda de las letras se produjo el 15 de mayo de 1960, en el Torneo de la Aguja, en Cojímar. Fidel, entonces de treinta y dos años, no sabía nada acerca de la pesca de aguja en mar abierto, pero participó del torneo para demostrar su buena voluntad ante Ernest Hemingway.

A pesar de no tener experiencia, en un golpe de suerte hacia el final de la competencia el revolucionario logró atrapar dos agujas, que sumado a las tres que llevaba, le permitió ganar la competencia. El premio fue entregado por el mismísmo Hemingway.

Lo que conversaron aquel día sólo ellos lo saben. Castro, por su parte, llegó a decir en una entrevista que la novela Adiós a las armas de Hemingway fue su manual durante la Guerra de Guerrillas.

Hemingway entregándole el primer premio del Torneo de la Aguja en Cojímar a Fidel Castro en 1960.

Porqué Hemingway abandonó Cuba poco tiempo después y se distanció de Fidel sigue siendo un misterio. Se especula que fue por las presiones que recibía de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, quienes constantemente lo amenazaban con tildarlo de traidor a la patria ante la opinión pública si no regresaba a su país y se distanciaba del líder cubano. Otros, acatan esta decisión a una desilusión de Hemingway con la revolución castrista.

En noviembre de 1960, Hemingway se internó en una clínica en Minnesota. Dos accidentes de avión en África y el abuso con el alcohol le habían dejado secuelas irreversibles.

El diagnóstico que recibió fue devastador: padecía diabeteshipertensión y trastornos metabólicos que le afectaban el corazón, el hígado y otros órganos vitales. Su estado anímico decayó y se sumió aún más en la bebida, la melancolía y la locura. Ya no podía escribir y tenía la manía de hablar solo; decía que sus amigos muertos —la mayoría por el abuso del alcohol— se comunicaban con él. El mítico autor fue sometido a tratamientos de electroshocks, una terapia común por aquella década en pacientes psiquiátricos.

Finalmente, en la propiedad de Ketchum en el estado de Idaho, la mañana del domingo 2 de Julio de 1961, un envejecido y paranoico Hemingway salió con sigilo de la habitación matrimonial que compartía con Mary Welsh y se dirigió al sótano donde guardaba las armas. Tomó su Boss, una escopeta británica de dos caños. La cargó, subió las escaleras de madera y fue hasta el hall de la casa. En el vestíbulo, cerca de la puerta principal, apoyó el cañón de la escopeta en su frente y disparó. Tenía entonces sesenta y dos años.

El resto es historia y leyenda.

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